¿Qué tienen en común un Marine que ha recibido una carta de “Querido John” y una periodista que dejó a su prometido tramposo? Nada, más allá de tener un corazón roto por un amor perdido. Pero cuando accidentalmente terminan juntos camino a un paraíso caribeño, comparten una cosa: atracción mutua. Una pelea y un error los hace terminar en una isla desierta en el Caribe. ¿Podrán sanar las heridas en medio de nada más que agua y arena, y la posibilidad de morir de hambre? Los desafíos no terminan.
Separaciones largas, peligro y la soledad los mantienen alejados, cuestionando todo lo que creían cierto. ¿Puede el amor sobrevivir lo que sea? ¿O las duras realidades de la vista pueden mellar el afecto, reemplazándolo con miedo y un deseo por mantenerse a salvo a toda costa?
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“Te llevo a tu habitación para que puedas descansar.” La cargó con facilidad.
“Por favor… no. No quiero estar sola. ¿No me puedo quedar aquí en tu cama?”
“No es una buena idea… solamente soy humano.”
“Por favor, Mick. No te voy a molestar.” Lanzó una ligera patadita.
“¿Estás bromeando? Sólo mirarte me molesta.”
“Entonces me cubriré”
“Bueno… no lo hagas…”
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“¡Te apuesto que mi historia es peor que la tuya!” Una pequeña sonrisa se asomaba en la comisura de sus labios.
“Oh, suena a un desafío. ¿Estás segura que te atreves?” Le lanzó una sonrisa.
“Adelante”.
“Primero, ¿qué estamos apostando? ¿Una cena? ¿Un paseo por la playa?”
“Una cena y un paseo por la playa… ¿vale?” Le dio otro mordisco a su emparedado.
“Sabes negociar con firmeza. Hecho.”
“Queda una cena y un paseo por la playa, si gano yo. ¿Qué quieres si tú ganas?”
“Quiero una cena, un paseo por la playa, y un paseo en bote a ver las islas”.
“Muy bien.”
Mick sirvió más champan en las copas.
“¿Quién empieza?” Ella llevó la copa a sus labios.
“Las damas siempre van primero”.
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Tara lo observó de reojo hasta que sus miradas se encontraron.
“Disculpa, no quería quedarme mirando. No puedo dormir. Eres… eh… bueno… eh… realmente bonita. Por favor perdóname, no te asustes; estoy seguro que después de lo que ocurrió te asustaste. Sigue tu lectura, no te voy a fastidiar.” Un rubor se asomó por sus mejillas.
Hubo un silencio inmenso entre ambos por un momento.
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